Un año de cepo cambiario en Argentina: el que apuesta al dólar, ¿pierde?

 | 13.01.2013 11:54

Hace aproximadamente tres décadas, un ministro de Economía de la última dictadura militar argentina inmortalizó la frase "El que apuesta al dólar, pierde". Quien la pronunció fue Lorenzo Sigaut, ministro de economía del gobierno de facto del General Roberto Viola. Días después dispuso una devaluación del 30% del tipo de cambio (apenas la primera de una serie de medidas en el mismo sentido). Asimismo, fue este ministro también quien definió la salida de la denominada "tablita cambiaria" del anterior ministro de Economía José Martinez de Hoz y la reemplazó por un esquema de desdoblamiento del mercado cambiario con un dólar comercial regulado y un dólar financiero libre (cualquier similitud con el mercado cambiario argentino actual, es pura coincidencia).

Esta situación guarda extrañamente algunas similitudes con la situación del mercado cambiario argentino actual. Hace ya más de un año, en noviembre de 2011, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner comenzó a tomar una serie de medidas con el objetivo de regular el mercado de divisas. Con el correr de 2012, este "cepo" cambiario fue recrudeciendo, hasta llegar al punto actual: la necesidad de realizar una declaración jurada para conseguir la autorización de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) para poder comprar divisas para viajar, organismo que con mucho suerte autoriza el irrisorio monto de U$S 100 por día (cuando no autoriza mucho menos, o directamente declara tener problemas de sistema). Como consecuencia de esto, surgió un mercado paralelo al cual concurren fundamentalmente ahorristas y turistas.

Las justificaciones de estas medidas han sido muchas. Desde teorías conspirativas hasta decir que los dólares eran necesarios para financiar las importaciones destinadas a la inversión y los pagos de la deuda externa, se han escuchado todo tipo de razones. Una de ellas, tal vez la más fácil de contrastar, reza que quienes ahorran en dólares pierden dinero, porque otras inversiones en pesos dejan un mejor retorno. Es decir, algo así como "no se quejen, con esta medida los ayudamos a invertir mejor su dinero". Por ejemplo, la semanda pasada el Senador oficialista y ex Jefe de Gabinete de Ministros Aníbal Fernández se despachó contra el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli (también oficialista), en relación al depósito de US $ 201 mil que este último dijo aún poseer: "Por ahí, la crítica es: «Loco, dale, colaborá con nosotros, no te vas a morir. Lo ponés en un plazo fijo y te da mejor guita que la que te dan los dólares». ¿Cuál es el beneficio, en todo caso, de tener dólares?". Cabe destacar que, aparte de tener poco de académica, esta no fue una declaración aislada, sino que se ha reiterado este argumento en los últimos meses, no solo de parte de funcionarios del Poder Ejecutivo, sino que inclusive en alguna oportunidad la han esgrimido economistas afines al partido gobernante.

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Aún dejando de lado el hecho de que podríamos considerar que este argumento es insuficiente para defender el cepo cambiario (que el ahorro en dólares no haya sido la mejor inversión, o siquiera una "buena" inversión, no significa que la implementación del cepo sea beneficiosa), existen dos aspecto en que la afirmación es errónea: uno empírico y otro teórico. Empecemos por el más fácil, el empírico. ¿Cómo le ha ido a quién invirtió $1000 en Octubre 2011 (lo que en ese momento eran aproximadamente U$S 236) en un plazo fijo y a quién en ese mismo momento compró dólares?


Fuente: BCRA.


Por lo tanto, parece razonable creer que el riesgo del ahorro en dólares "bajo el colchón" es claramente inferior al del plazo fijo. Cualquier curso básico de microeconomía o de inversiones nos dice que la relación entre riesgo y rendimiento es inversa: es decir, a mayor riesgo de una inversión, mayor rendimiento. Esto es simplemente sentido común: si un inversor percibe un activo como menos riesgoso que otro y el primero tiene también un mayor rendimiento que el segundo, invertirá seguramente en el primero.

Por varios años, el plazo fijo tuvo un mayor rendimiento que el dólar, lo cual era lógico teniendo en cuenta que los ahorristas argentinos seguramente lo percibían como un activo más riesgoso que el dólar, teniendo en cuenta la inflexibilidad a la baja del tipo de cambio nominal y la memoria todavía fresca de la gran devaluación cambiaria que se produjo con la salida del plan de convertibilidad a principios de 2002. Entre 2003 y Octubre 2011, el único episodio en que el rendimiento del dólar superó al plazo fijo fue en la crisis de 2009. Luego de este episodio, el tipo de cambio nominal continuó su trayectoria ascendente, inclusive a una tasa de depreciación mayor. A su vez, este tendencia fue acompañada de una tasa de inflación superior a la tasa de devaluación, lo que ha implicado una apreciación del tipo de cambio real. Esta apreciación real no es trivial, ya que probablemente alimentó las expectativas de una nueva depreciacion futura del tipo de cambio nominal para frenar la pérdida de competitividad de la economía. Por lo tanto, teniendo en cuenta la creciente apreciación real y la política de depreciación cambiaria nominal del gobierno, ¿acaso no resulta razonable que los ahorristas consideraran que la posibilidad de una revaluación cambiaria era despreciable?

Teniendo en cuenta estos argumentos básicos de microeconomía e inversiones, parece ilógico sostener que el plazo fijo en pesos argentinos fue una "mejor" inversión que el dólar: simplemente, fue una inversión con mayor rendimiento, debido a que tenía implícito un mayor riesgo. Los únicos períodos en que el dólar rindió más que el plazo fijo fue en 2009 y a partir de Noviembre 2011, ambos episodios de crisis económica en los cuales el riesgo devaluatorio del plazo fijo se hizo presente.

Los funcionarios y asesores del Poder Ejecutivo siguen repitiendo con otras palabras aquella famosa frase de Lorenzo Sigaut "El que apuesta al dólar, pierde". Si hay algo que podemos aprender de los últimos 40 años (o tal vez más) de historia económica argentina, es que los gobiernos han sido pésimos asesores en materia de ahorros e inversiones. El error conceptual de comparar activos sin siquiera considerar sus riesgos deja bien claro este punto. Mientras esperamos que recuerden estos conceptos básicos de economía, nos podemos sentar tranquilamente a ver cómo el tipo de cambio paraelo supera los $7 en estos días. Como solía decir un ex presidente argentino, "la única verdad es la realidad": el que apostó al dólar, ganó.

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